El núcleo de poder
Toda su vida como pareja será influida por la vitalidad y centralidad de su vida espiritual. Y por eso, su relación con Dios debe ser más que un compartimiento de su matrimonio, como un cuarto en su casa. Su relación con Dios debe ser el núcleo de sus vidas y el núcleo de su matrimonio.
Es como el núcleo de un átomo. El núcleo mantiene las partículas que le rodean en sus debidos orbitos. Sin el núcleo, no hay átomo. De la misma manera, nuestra conexión con Dios mantiene las facetas de nuestras vidas en un balance adecuado. Cuando está así, cada faceta de nuestro matrimonio demostrará un poder transformador y la influencia de nuestra relación con Dios por medio de Jesucristo.
Pero nosotros tenemos que escoger, porque el tener una relación con Dios al centro de nuestra vida y matrimonio no ocurre automáticamente.
Tres posibles núcleos
Imaginen tres hombres con camisetas puestas. El primer hombre tiene puesta una camiseta color rojo brillante con una palabra enfrente que dice, YO. El segundo tiene puesta una camiseta beige, con la palabra, ELLOS. El tercer hombre tiene una camiseta blanca con la palabra, DIOS.
Para el primer hombre, la pregunta central de su vida es, “¿Qué me dará placer a mí?” Cuando vivimos solo para contestar esa pregunta, cuando es la motivación primaria de nuestra vida, nos volvemos en egocéntricos. Ya pueden ver el daño que esa orientación puede tener en un matrimonio. Gente egocéntrica saber poco acerca del amor. Sacrificarán unidad verdadera para obtener lo que ellos quieren. Son gente que toma, no que da. Con esta orientación el matrimonio llega a ser una batalla de inteligencia, con cada uno tratando de superar al otro a base de estrategia.
Para el segundo hombre, la pregunta central de la vida llega a ser, “¿Qué les dará placer a ellos?”Complaciendo a otros es un impulso noble para nuestras acciones, pero como la motivación primaria para nuestras vidas no llega a ser mejor que la primera pregunta. Cuando nos motivamos por esta pregunta, llegamos a ser gente que sacrificará nuestras convicciones y relaciones solo para asegurar aceptación por “ellos”, quienquiera que sean “ellos”. Es peligroso para usted, y para su matrimonio.
Ahora echemos un vistazo al tercer hombre. Para él, la pregunta central de la vida es, “¿Qué le agradará a Dios?” Cuando eso llega a ser la pregunta central, y vivimos para responder a ella, nuestras vidas desarrollan un enfoque y una paz. Dios nos creó a cada uno de nosotros para vivir nuestras vidas en respuesta a esa pregunta por medio de nuestras actitudes, acciones y relaciones. Es nuestro destino. Y solo podemos experimentar verdadera satisfacción cuando conocemos nuestro verdadero destino.
Leo Tolstoy, un reconocido autor ruso, había llegado a un lugar de desesperación en su vida hasta que la idea del suicidio le plagaba. Tolstoy era un miembro próspero y erudito de la clase privilegiada, pero aún así, no podía hallar una razón real por su existencia. Él no tenia una respuesta satisfactoria a la pregunta, “¿Qué es la respuesta a la vida?” Vivió en esa condición inquieta hasta llegar a sus años cincuenta. Entonces, después de años de investigación encontró, el significado y la razón por su vida en Cristo.
¿En verdad podemos saber lo que le agrada a Dios?
Tal vez estén pensando, “¿Cómo podemos saber qué es lo que agrada a Dios? Él está allá lejos en el cielo, y nosotros somos solamente pequeños humanos”. ¡Tengo buenas nuevas! Dios ha provisto todo lo que necesitamos para vivir una vida que le agrada a él.
Mandó a Jesús a morir por nosotros, a resucitar de entre los muertos, y lo hizo Rey de todo, por la eternidad. Cuando creemos en Jesucristo, somos nuevas personas. Si lo permitimos, el poder de esa nueva vida entra a todo segmento de nuestras vidas, transformando nuestras actitudes, acciones y relaciones. En efecto, toda nuestra vida.
También tenemos otros recursos. Dios ha puesto su Espíritu Santo en nosotros para capacitarnos a vivir una vida que le agrade, para bendecir a otros, y para traernos a un nivel de satisfacción que no podemos tener de ninguna otra manera. Nos ha dado la Biblia, el manual para vivir la vida que le agrada a Dios. Y nos conecta con otros creyentes para que podamos ayudarnos los unos a los otros.
Con la pregunta correcta en el núcleo de nuestras vidas, y con los recursos maravillosos que Dios nos ha dado, podemos vivir vidas que agradan a Dios no importa las circunstancias en las cuales nos encontramos. Nuestros matrimonios serán más sanos y estaremos más felices. Y aún más, otros experimentarán los beneficios, porque cuando buscamos el Reino de Dios, el efecto alcanza a nuestros hijos, a nuestros amigos y vecinos, a nuestros colegas y a nuestras iglesias.
¿Por qué no hacen, en este momento, su motivación central el de agradar a Dios? ¿Y por qué no hacen la misma decisión como pareja? Tal vez los dos son creyentes en Cristo, pero a la vez lo han encerrado en un cuarto de su relación. No le permiten influir todo su matrimonio. Déle el lugar de influencia que solo él merece. Hagan de Jesús el núcleo. Verán una diferencia dramática en sus vidas y en su matrimonio.
El apóstol Pablo tenía mucho que decir acerca de agradar a Dios. He juntado algunas de sus declaraciones, en forma de paráfrasis, con el propósito de impactar, en lo que sigue:
“Así que, hermanos y hermanas, les ruego que den sus cuerpos a Dios. Dejen que sea un sacrificio vivo y santo – el tipo de cuerpo que él acepte. Cuando piensan en lo que él ha hecho por ustedes, ¿es demasiado que pedir? No copien el comportamiento y las costumbres de este mundo, sino que deje que Dios le transforme en una nueva persona por cambiar cómo piensa. Entonces sabrá lo que Dios requiere de usted, y sabrá cuán agradable y perfecta es su voluntad. Nuestro objetivo es agradarle siempre, estemos aquí en este cuerpo o fuera de este cuerpo. Él murió por todos para que los que reciben su nueva vida ya no tienen que vivir complaciéndose a sí mismos. En vez de eso, ellos viven para agradar a Cristo, quien murió y resucitó por ellos. Los que viven solo para satisfacer sus propios deseos pecaminosos segarán las consecuencias de la muerte y el pecado. Pero los que viven para agradar el Espíritu de Dios segarán vida eterna del Espíritu. Trate de averiguar qué es lo que agrada al Señor. Entonces la manera en que vive siempre honrará y agradará al Señor, y continuamente hará buenas y agradables cosas por otros. De igual manera, aprenderá a conocer a Dios mejor día en día. Por Dios está trabajando en su vida, dándole el deseo de obedecerle y el poder de hacer lo que le agrada”.
Cuidando el núcleo
El núcleo espiritual de nuestras vidas y matrimonios necesita de cuidado y desarrollo. ¿Cómo lo hacemos? ¿Cómo fortalecemos nuestro deseo de agradar a Dios? La respuesta es por medio depracticar disciplinas espirituales. Ahora, ¡por favor! No deje que esa palabra le asuste. No estoy sugiriendo legalismo. Como dijo Dallas Willard, disciplinas simplemente son las cosas que hacemos para hacer posible el cumplimiento de nuestra meta.
Todo cumplimiento que vale es resultado de disciplinas. Si ha alguna vez ganado una carrera importante, lo ganó porque entrenó. Si ha sacado buenas calificaciones, es porque estudió. Si toca un instrumento de tal manera que a otros les agrada oírlo, es porque ha practicado. Granjeros practican buenas disciplinas para tener una buena siega. Y cada batalla se ha ganado porque los soldados se han entrenado para victoria.
Nuestra meta es tener una fuerte relación con Dios, por medio de Jesucristo, al núcleo de nuestras vidas y nuestros matrimonios. Disciplinas espirituales nos ayudarán a mantener el deseo de agradar a Dios fuerte en nuestros corazones. La gente que practica estas disciplinas encuentra que el hecho de pensar, actuar y hablar de una manera que agrada a Dios llega a ser su costumbre normal.
Ejercicios fundamentales espirituales
Oración personal y oración con otros
- Pase un tiempo personal cada día con Dios.
- Oren juntos si es posible, pero si no pueden, por lo menos oren el uno por el otro.
- Usen las Escrituras para orar el uno por el otro, pidiendo la bendición de Dios en su esposo o esposa en cada área de su vida.
- Oren tanto por la salud, como para que el Señor les sane, por libertad de heridas pasadas, por desarrollo de dones espirituales y habilidades que Dios les ha dado, y por crecimiento en sabiduría.
- Oren con gratitud siempre creyendo que Dios hará una diferencia en sus vidas.
- Cuando toman decisiones, especialmente decisiones grandes, acuérdense de orar acerca de estas decisiones a cierta hora. Dios les ayudará a saber cuándo es el mejor tiempo.
Practiquen la presencia de Dios
Recuerden lo que Jesús dijo, “Estoy con vosotros todos los días”. Ustedes son, cada día de sus vidas, rodeados por la presencia de Dios. A veces están más conscientes de su presencia que en otras ocasiones, pero él siempre está cerca. Pongan sus pensamientos en él más a menudo por el día.
Estudien y mediten en la Palabra de Dios
La Palabra de Dios renovará nuestras mentes y nos ayudarán a entender lo que es la voluntad de Dios. Nos alimentará igual como la buena comida alimenta nuestros cuerpos. Limpiará nuestras mentes, nos ayudará a vivir por lo que es en verdad importante, y nos equipará para involucrarnos en la obra de Dios. Como Pablo dijo, “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales”. (Colosenses 3:16)
Sean parte de una iglesia local amorosa y sanamente bíblica
Como pareja, necesitarán tiempo con otras parejas que están viviendo para la gloria de Dios. Una iglesia local amorosa y sanamente bíblica provee el ambiente perfecto para que crezcan como pareja.
También les da un lugar para descubrir las maneras especiales en las cuales Dios quiere usarles. Cada hombre y mujer trae sus propios dones y talentos a la relación matrimonial. En el matrimonio Dios mezcla nuestros dones y talentos, pero a la vez mantenemos nuestra individualidad.
Con el núcleo correcto y con determinación mutua para cuidar ese núcleo, usted y su cónyuge llegarán a ser todo lo que Dios quiere que sean. Bendecirán a muchos más, y sus vidas brillarán con la luz de Cristo. ¡Esa es una promesa!