Las llaves a la comunicación
Walter, un psicólogo, se gana la vida por ayudar a la gente adolorida. Aunque a Walter le preocupa por la gente que le llega, ha aprendido a no involucrarse emocionalmente con ellos. Es la única manera que puede sobrevivir los constantes problemas que enfrenta todos los días. Si no practicara el despego, se apagaría más rápidamente que una vela barata.
Walter tiene una maravillosa esposa, Sharon. Ella quisiera que Walter (el hombre que gana su vida por escuchar, entender, y comunicar con la gente) le preste a ella un poco de su atención. Pero a la vez, necesita su atención como esposo, no como profesional. Cuando Sharon tiene una necesidad emocional, Walter responde calmada y lógicamente, igual como lo hace con sus clientes. Eso le vuelve loca a Sharon. Ella piensa que Walter, un consejero profesional, puede entender a todos menos a ella. No resiente la gente que él ayuda. Solo desea que Walter le dé a ella más de él que a sus clientes.
¡Tierra a Walter! ¡Despierta Walter!
Walter y Sharon están batallando con un problema común. Lo llamaremos desconexión. Cansado de horas de escuchar a gente adolorida, Walter busca maneras de evitar a Sharon, o por lo menos mantener una distancia emocional. Frustrada por la respuesta lógica de su esposo cuando le habla, Sharon quiere darse por vencida.
Las conversaciones de una pareja pueden degenerar a plática de negocios: palabras necesarias, pero ninguna conexión personal más de lo que uno daría a alguien en el supermercado, y tal vez aún menos. Como dice el dicho, “Entre más te conozco, más te odio”.
Aún en buenos matrimonios, puede haber problemas de conexión. Por ejemplo, escuche estos comentarios de una señora: “Mi esposo es un tipo encantador, un hombre amable, un maravilloso amante, pero algo falta. Estoy tan solitaria que podría llorar”. Por alguna razón que ella no entiende, ella y su esposo no están conectando.
La conexión tiene dos partes: expresión y entendimiento. Los dos son de vital importancia. Igual como el cuerpo humano requiere tanto las venas como las arterias para una circulación sana, las relaciones necesitan tanto la expresión como el entendimiento. Obstruya o uno o el otro y amenaza el corazón del matrimonio.
Un kit fuerte para reparar la conexión
Si se sienten desconectados el uno del otro, aquí hay algunas herramientas y técnicas para ayudarles a expresarse y entenderse.
Haga más preguntas. Nunca haga suposiciones falsas.
Buenas preguntas invitan respuestas sinceras. Suposiciones le hace a uno parecer egoísta e insensible.
Haga preguntas para entender, no para interrogar.
Un hombre que conocemos bombardea a su esposa con preguntas. Le hace preguntas igual como lo haría un policía cuestionando un sujeto, o un abogado interrogando un testigo hostil. Para este hombre, las preguntas son armas. No quiere entender. Quiere mantenerla fuera de balance, como un empadachín batiendo en un duelo. Entonces cuando ella tropieza en sus respuestas, él embestía para la matanza. Recuerde que el valor de la pregunta depende de la actitud subyacente de la persona que la hace. Si la actitud es de preguntar con sinceridad, preguntas pueden ayudar. Pero si solo quiere herir, o proteger su propia alma adolorida, preguntas llegan a ser armas.
Aprenda a escuchar y tome tiempo para escuchar.
Como yo, tal vez le cueste escuchar. Somos como Marta, la mujer de la Biblia. Un día Jesús visitó el hogar que ella compartía con su hermano y hermana. Marta se entretuvo con la preparación de la comida para su visita honrada, pero María, su hermana, se sentó con Jesús, dándole su atención completa.
Yo sé que normalmente usamos esta historia para ilustrar un punto espiritual más profundo, pero permítame encontrar algo más en ella. Sirviendo una comida es importante en la hospitalidad del Medio Oriente, y Marta, estaba actuando como una buena hospedadora a su visita honrada. Ella pensaba que María era una floja, entonces se quejó a Jesús acerca de su hermana floja. Pero Jesús le dijo que María estaba haciendo lo que a él le agradaba más que nada.
Parece que Marta pensaba que ella estaba preparando el plato fuerte, pero estaba en verdad fallando. Ese día la atención de María era más importante al Señor Jesús que comida.
Sharon diría lo mismo acerca de Walter. Tal vez usted tiene un cónyuge que dice lo mismo acerca de usted. Mi esposa una vez me dijo que yo soy la única persona que ella conoce que puede salir de un cuarto sin usar la puerta. Sí, mi cuerpo allí estaba. Asiento con la cabeza, le veo en los ojos, pero mi mente puede que esté en algún lugar muy lejos. A veces comienzo a hacer un quehacer o leer un artículo mientras ella me está hablando. Ese tipo de comportamiento poco le asegura de mi atención.
Gracias a Dios, estoy mejorando en la atención, no totalmente, pero mejor que antes. Usted puede también. Como un buen amigo me dijo una vez, “Aprendí a estar presente en el momento”. No se preocupe por saber todo los detalles. El viaje al entendimiento es tan importante como la destinación. El proceso es tan importante como la conclusión. Cada uno debe dar el regalo grandioso de su tiempo y atención.
¿Qué prisa tiene, Speedy?
La gente piensa y responde a diferentes velocidades, como las computadoras con diferentes procesadores. Algunos, como yo, piensan rápidamente y a veces hablan impulsivamente. Otros, como mi esposa, necesitan tiempo para procesar información y formar una respuesta. Ni uno ni el otro es más inteligente. Le puedo mostrar a Diane mi amor por darle tiempo para responder.
Si usted es uno de aquellos que piensa rápidamente y responde de igual manera, vaya más lento. Le será bueno personalmente y será bueno para su matrimonio. Llegará a ser menos impulsivo y más paciente con todos, y, como mi amiga Natalia dice, ¡esa es una cosa buena!
¿Bueno? ¿Bueno?
Si usted es más deliberado, pida a su cónyuge que le sea paciente. Y más importante, nunca deje a su esposo o esposa colgando en el silencio. Es como cuando alguien le pone en espera cuando le ha llamado, y después se le olvida regresar al teléfono. Su silencio, aunque sea necesario para usted, los que piensan rápidamente generan muchas suposiciones falsas durante pausas largas e incómodas. Asegure a su pareja que está escuchando, que sí desea entender, y que necesita tiempo para pensarlo. Ayudará a reducir las conclusiones erróneas.
Aprenda a entender el silencio.
Usted conoce bien el sonido. Está hablando en su celular cuando de repente, en vez de ser la voz de su amigo, lo único que “oye” es silencio. Se han desconectado. Algunas parejas se han desconectado por toda su vida matrimonial, rara vez hablando o escuchando. Nunca debe suponer que el silencio es igual a rechazo o ira. El silencio puede tener muchos significados:
- No tengo palabras por lo que siento. Para algunos de nosotros, con frecuencia esto ocurre. Nos es difícil poner nuestros sentimientos en palabras.
- No tengo confianza en mí mismo de hablar sin posiblemente hacer gran daño. Nos quedamos mudos porque tememos que no encontraremos las palabras adecuadas.
- Temo que me va a malentender. El temor de ser malentendido molesta muchas relaciones, y a veces con buena razón. Algunos de nosotros les damos la idea a nuestros cónyuges que no hablan claramente o con exactitud. Y eso es solo una táctica para evitar la responsabilidad personal de escuchar con cuidado.
- Puede que me haga el ridículo o me menosprecie. ¿Quién de nosotros desea aparecer absurdo o ridículo? Pero, ¿cuan a menudo, en maneras sutiles y obvias, hacemos a nuestros cónyuges sentirse absurdos o ridículos?
- Estoy enojado. Es mejor dar un poco de tiempo a un cónyuge enojado en vez de forzar palabras habladas con enojo. Deben ponerse de acuerdo que hablarán más tarde del asunto.
- Me he dado por vencido. Cada vez que tratamos de hablar, solo resulta peor, no mejor. La única manera de ayudar a un cónyuge sin esperanza es asegurarle a él o ella que en verdad usted sí desea entender. Y entonces hay que poner esa seguridad en acción.
Evite agarrar detalles insignificantes.
A algunos nos encanta hacer esto. Como los maestros religiosos en los días de Jesucristo, desviamos la atención de los temas reales y nos concentramos en detalles insignificantes. Jesús dijo que los maestros religiosos filtraron los insectos pequeños y a la vez estaban tragando los camellos grandes y feos. Hacemos nosotros lo mismo en nuestro egoísmo y actitud defensiva, y nuestro deseo de control a nuestros cónyuges.
Sentimientos son frecuentemente más profundos que palabras, y a veces, no importa cuán cuidadosamente tratamos de expresarlos, herimos el uno al otro. Recuerde siempre que su meta es la mejora total de su relación. Si se agarra de detalles insignificativos, haciendo una batalla de cualquier detalle que piensa que está mal, nunca llegará a su meta.
Escoja el tiempo y el lugar adecuado.
Podemos frustrar nuestros esfuerzos de comunicar por tratar de comunicar a fuerzas en el tiempo inadecuado. Claro, para algunas parejas parece nunca haber un tiempo adecuado. Demasiadas obligaciones, demasiadas citas, poca energía pueden hacer fácil la falta de conexión. Y cuando una pareja no ha sido conectada por mucho tiempo, lo encuentran fácil quedar sin conectar.
Planee un tiempo. Escoja un lugar. No deje que nada se interfiera. Comiencen por hablar como amigos. No obligue que la conversación llegue a lo serio desde un principio. Ríanse juntos. Háblense amablemente. Dejen que la plática desarrolle. Aunque no se sienta espontáneo, con el tiempo podrán relajarse y reconectar.
Piensen, actúen, oren
1. Como pareja, ¿tienen algo en común con Walter y Sharon?
2. ¿Cuál es más difícil para usted personalmente: expresar sus pensamientos o comprender a su cónyuge?
3. Aplicando esto a su esposo o esposa, termine esta frase: “Me ayudaría a comprenderte, si tú harías lo siguiente: