Los niños indisciplinados necesitan reprensión
La palabra indisciplinado, describe a aquellos que rompen las reglas o las ignoran. Se refiere a ladesobediencia deliberada. Una persona indisciplinada elige hacer lo malo, aunque sabe lo que es correcto. Tal comportamiento requiere una reprensión clara, comprensible, y apropiada, así como sus respectivas consecuencias si el niño ignora la advertencia.
Muchos americanos aman esquiar en la nieve. Miles de personas de todas las edades, acuden a la cima de las montañas para luego deslizarse, esquiar velozmente, o a veces arrojarse pendiente abajo. Desafortunadamente, cada año hay gente que se lastima seriamente, o aún muere en accidentes de esquiar.
Los campos de esquí establecen y marcan ciertas áreas como fuera de los límites, porque ellos saben de los peligros que no ven los esquiadores. También tienen patrullas de esquí quienes vigilan a cualquier esquiador que esté fuera de control. Un patrullero de esquí me dijo que existen dos razones comunes para los accidentes: esquiar fuera de control, y esquiar fuera de los límites.
Ahora, aquí encontramos una lección para nosotros. Los padres establecen límites por la misma razón. Aunque sabemos que nuestros niños pueden salir lastimados aún dentro de los límites, sabemos que hay peligros ocultos, peligros fuera de los límites, que ellos no entienden.
Los padres deben enseñar a los niños la importante lección de obedecer las reglas y los límites que establecemos. Para que esto suceda, las reglas deben ser justas, consistentes y apropiadas para la edad del niño. Justas, porque las reglas injustas conducen a niños resentidos. Consistentes, porque solo las reglas consistentes desarrollan un carácter firme. Apropiadas para que el niño las obedezca, porque lo que funciona para un niño de cinco años, no funcionará con su hermana de doce años.
Hace algunos años, una frustrada madre escribió a la columna de consejos de un periódico pidiendo ayuda con su hija. La niñita, de solo cinco años, hacía la vida imposible para todos aquellos a su alrededor. La madre quería saber si su hija tenía edad suficiente para disciplinarla. “¡Hágalo!,” le respondió el columnista, “ya ha desperdiciado cinco de los más importantes años de la vida de su hija.” Nosotros no queremos cometer el mismo error ¿o sí?
Los niños indisciplinados viven como si no existieran los límites.
Nosotros escuchamos lo mismo en nuestros seminarios. Los padres sienten que no pueden controlar a sus hijos. Los maestros y los que cuidan a los niños en la iglesia, secundan este clamor.
El poder del “No”
Tan pronto como los niños entiendan el significado de la palabra “No,” se inicia la educación de la escuela de la vida. Ellos aprenden lo que son los límites: los objetos que no pueden tocar, los lugares a los que no pueden ir, y las palabras que no deben decir.
Muchos padres tienen temor de decir “No,” y lo acentúan cuando lo dicen. Otros comentan que después de un largo día en un trabajo demandante, ellos ya no tienen la energía emocional para negarle algo al niño. Esa pequeña palabra, “No,” puede ser muy difícil de decir y reforzar. Sin embargo, mucho del éxito futuro del niño depende de ello.
Los niños indisciplinados viven como si la vida no tuviera limitaciones. Causan gran dolor y exasperación a sus padres, a ellos mismos y todos los demás. ¿A alguien encanta estar con niños que no han aprendido a respetar las limitaciones? Con frecuencia ellos se convierten en adultos egoístas quienes continúan atormentando a la gente por sus vidas indisciplinadas, quebrantando todas las reglas a su paso. Rompen reglas en los negocios. Rompen reglas en las relaciones. Todo lo que les importa es que se salgan con la suya. ¡Qué condición tan peligrosa!
La Biblia registra una historia, una historia muy triste, acerca de un hombre que destruyó su vida porque nadie le advirtió acerca de su comportamiento egoísta e indisciplinado. Su nombre era Adonías. Él era el privilegiado hijo de un rey, sin embargo llegó a tener un terrible y prematuro final. Esta es parte de la historia:
“Adonías, cuya madre fue Jaguit, ambicionaba ser rey, y por lo tanto se levantó en armas. Consiguió carros de combate, caballos y cincuenta guardias de escolta. Adonías era más joven que Absalón, y muy bien parecido. Como David, su padre, nunca lo había contrariado ni le había pedido cuentas de lo que hacía.” (1 Reyes 1:5, 6, NVI)
Adonías tenía todos los recursos para convertirse en un adulto exitoso, pero él se dirigió al fracaso. ¿Por qué? Nadie se le interpuso. Nadie cuestionaba sus motivos, sus decisiones, su soberbia, o su comportamiento. Su padre, David, nunca interfirió. Tal vez él simplemente estaba demasiado ocupado dirigiendo el reino, para prevenir la ruina de su hijo. O tal vez era solo que no quería contrariar al pequeño. –Podría lastimar su auto estima si contravengo su voluntad.
¿Y qué acerca de su madre? La Biblia no nos dice mucho sobre ella. Tal vez, al igual que algunas madres, ella consentía a su hijo, creyendo que su futuro era el futuro de ella. Como una vez lo dijo C.S. Lewis, “una madre jamás puede amar demasiado a su hijo, pero puede amarlo de manera equivocada”. La mamá de Absalón pudo haber cometido este costoso error.
Aún con todas las ventajas que tenía, Adonías fue víctima de la negligencia paternal. ¿Por qué? Porque sus padres ignoraron la necesidad de disciplinarlo. Lee el resto de la historia en la Biblia y mira los terribles resultados. Adonías causó a su nación, a sus padres, a sus amigos y a él mismo muchos problemas serios. Murió relativamente joven, destruido en la plenitud de su vida, por su egocentrismo.
Nuestros hijos crecerán a ser adultos responsables solo si desafiamos sus comportamientos indisciplinados mientras aún son chicos y tiernos. Un viejo proverbio malayo dice: “Si quieres moldear la forma del árbol, comienza cuando es una ramita.” O, como dice la Biblia, “Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará (Proverbios 22:6, NVI)
¿Cómo tratamos con los hijos indisciplinados? ¡Repréndelos! Desafía el comportamiento indisciplinado de tu hijo. Mantente preparado para reforzar la reprensión con la disciplina apropiada si él desoye tu voz. La disciplina apropiada depende de la edad del niño y el desarrollo personal, y también de su temperamento. A veces una palabra áspera será suficiente para reforzar la regla, pero puede que necesitemos ir más allá.